sábado, 10 de febrero de 2007

El papel del Estado: de instrumento a catalizador de la cooperación


Tradicionalmente los economistas hemos justificado al Estado como el único instrumento capaz de conseguir soluciones cooperativas a problemas económicos y sociales que de otra manera no tendrían solución. La teoría de los fallos del mercado legitima la intervención del Estado en la economía restringiendo la libertad de los individuos a partir de la constatación de que, en determinadas situaciones, solamente los procesos de cooperación obligatoria a los que da lugar el Estado son eficaces para encontrar soluciones a necesidades sociales que en un contexto de libertad y competencia propio del mercado no encontrarían respuesta.

Esto ha llevado posiblemente a que, siempre que se a puesto en evidencia una respuesta insuficiente del mercado ante determinados problemas, el Estado haya intervenido interiorizando, organizando y financiando procesos y soluciones. Sin embargo las soluciones cooperativas no siempre han de ser incluidas necesariamente dentro de la estructura u organización estatal. Hace mucho que los economistas estamos familiarizados con distintas formas de intervención pública que van desde la producción directa de bienes y servicios a formulas más “externas” como la provisión o la regulación. Sin embargo todas ellas implican una importante dosis de obligatoriedad o el empleo de recursos públicos.

Mi intención en este post es llamar la atención sobre el papel del Estado como catalizador de la cooperación entre particulares, pero manteniendo dicha cooperación en el ámbito estrictamente privado y sin someterla necesariamente a su capacidad coactiva. De forma creciente observamos un nuevo papel del Estado en este sentido. Así por ejemplo cuando promueve la creación de clusters de empresas, de asociaciones de consumidores, etc. Un ejemplo de esto, que me impulso a intentar sistematizar mínimamente esta cuestión, lo oí en una comida reciente de labios de Alberto Ortiz de Zárate, jefe (de proyectos) de la oficina para la modernización de la administración del gobierno vasco. Alberto nos comentó como en el colegio de su barrio, durante las tardes, se habían empezado a reunir un nutrido grupo de inmigrantes de origen, si no recuerdo mal, ecuatoriano. Allí habían encontrado un espacio en el que jugar al voley, charlar o simplemente rodearse de compatriotas en un país que, al menos de momento, no es aún el suyo. El problema era que habían desplazado a los vecinos en el uso de las instalaciones y esto empezaba a generar problemas. El gobierno vasco optó por la mediación, más que por la imposición de algún tipo de solución, aunque, eso sí, siempre bajo la amenaza de una intervención pública final en caso de que fuesen capaces de resolver el problema dialogadamente. El resultado final fue que vecinos y ecuatorianos acordaron un plan de usos y horarios a satisfacción de todo el mundo. Puede que no sea el mejor ejemplo, pero sirve para ilustrar como el Estado tiene capacidad para provocar nuevas formas de cooperación sin necesidad de interiorizar y burocratizar los procesos, y sin necesidad de aplicar siempre su capacidad coactiva, aunque, en este caso, el riesgo de una intervención pública, como el cierre del colegio por las tardes, sirviese de acicate a los agentes privados.

4 comentarios:

Alorza dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alorza dijo...

Pachi, me parece interesantísimo tu análisis. Yo también creo que el estado no tiene que ser el vértice por el que todo pasa, sino que puede desempeñar otros roles más de acompañamiento, facilitación o catalización. De esa manera dejaremos espacio a una ciudadanía más cívica, más creativa, más participativa.

Has explicado bien la idea de lo que hablamos en aquella comida, excepto por el hecho de que aún no está en marcha la solución del problema que describes. Parece que se va a tratar de hacer de esa manera, pero todavía no tenemos final feliz. Espero que se cumplan tus augurios y lleguemos a un acuerdo de uso entre todas las partes.

Por cierto, veo que me has ascendido: en realidad soy un jefe de proyectos en la oficina de la modernización, no el jefe de la oficina.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Me cabe hacer tres comentarios al post. En primer lugar, creo que el Estado existía mucho antes de que los economistas crearan la figura de los fallos de mercado para justificar su existencia, antes incluso de que Rousseau nos hablara del "contrato social". Segunda cuestión, la justificación del Estado va mucho más allá de los fallos de mercado, incluso para Adam Smith que reservaba espacios propios para su intervención. Recordemos que el socialismo se justifica en buena parte en la necesidad de organizar la sociedad en sentido amplio, especialmente sus recursos económicos, humanos y materiales naturales o no, con el fin de lograr un óptimo social más allá de mercados, beneficios y competencia perfecta cp. Finalmente y en tercer lugar, el ejemplo de los ecuatorianos, aunque sencillo, es muy habitual en ciudades como Gijón, en la que se pueden observar miles de casos similares en muy diversos campos, también con ecuatorianos en los que de la misma forma que describes la asociación de vecinos de laviada hace de mediador ante un posible conflicto entre usuarios y con el ayuntamiento de observador y garante exhibiendo permanentemente su autoridad pues de lo contrario las normas y usos sociales, incluso cuando se pactan, tienden al olvido y su inobservancia.

Un saludo!
Ivan

Anónimo dijo...

Shalom

It is my first time here. I just wanted to say hi!