domingo, 16 de marzo de 2014
La Economía Socialdemócrata
martes, 27 de enero de 2009
Reinventar el Futuro
Hace escasamente un año se hacían plenamente evidentes las consecuencias más negativas de un crecimiento incontrolado. La avidez mundial de materias primas provocaba una subida alarmante de los precios de los metales y del petróleo, pero también de otros recursos básicos como los cereales, con consecuencias desastrosas sobre las propias posibilidades de supervivencia de millones de personas. Los ciudadanos del "mundo desarrollado" habíamos llegado al extremo de quemar comida en los motores de nuestros automóviles, mientras en otros países los gobiernos pedían desesperadamente ayuda para alimentar a su población a organismos internacionales, como la FAO, incapaces de hacer frente con su presupuesto a la escalada de los precios. Este despropósito estaba, y sigue estando en gran medida, financiado con subvenciones públicas.
Pero no era ésta la única consecuencia de un modelo de crecimiento insostenible: los problemas medioambientales, especialmente todo lo relacionado con el "cambio climático" ocupaban uno y otro día las principales páginas de los periódicos, al igual que lo hacían la necesidad de construir nuevos vertederos o el daño que un urbanismo desproporcionado causaba en nuestras costas.
Muchas voces clamaban por una intervención de los poderes públicos que pusiese coto a todos esos excesos y, aunque dicha intervención nunca llegó, finalmente han sido las propias contradicciones y desatinos de un modelo de crecimiento equivocado las que han venido a frenar, al menos de momento, nuestra creciente propensión al despilfarro. El consumo de petróleo está cayendo, las ventas de automóviles se reducen y ya no edificamos muchas más viviendas de las necesarias, entre otras cosas porque han dejado de ser un elemento de inversión atractivo. Por fin los precios de los alimentos bajan y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero se frena.
Sin embargo a nadie se le escapan que esta crisis tiene también consecuencias tremendamente negativas, entre las que el aumento del desempleo ocupa sin lugar a duda el primer lugar. No hay discusión posible acerca de la necesidad de una decidida intervención pública encaminada a procurar la reactivación económica, pues ningún gobierno puede permanecer impasible ante una crisis de proporciones semejantes. La falta de confianza, de crédito, de inversión y de iniciativa que sufre el sector privado debe de ser suplida por el sector público. Pero con independencia de la urgencia que requiere la situación debemos plantearnos una pregunta ¿Para ir en qué dirección? ¿Es que acaso pretendemos seguir por el mismo camino que nos ha conducido hasta aquí o debemos buscar otra ruta? ¿Los problemas generados por la concesión irresponsable de créditos se solucionan con la concesión de más créditos en condiciones similares de insolvencia? ¿El empleo destruido en sectores como la construcción o la automoción debe ser recuperado en esos mismos sectores? Esperemos que no.
El Estado ha asumido inevitablemente, pues es el único capaz de hacerlo, la responsabilidad de sacarnos de este atolladero. Las circunstancias, o mejor dicho los propios fallos del mercado, han otorgado a lo público un nuevo liderazgo. Pero el Estado no puede ejercer dicho liderazgo simplemente para retrotraernos a la situación previa a la crisis, para llevarnos de vuelta a un modelo de crecimiento fallido, insostenible a medio y largo plazo.
Debemos darnos cuenta de que esta crisis, además de un gran problema, puede ser también una gran oportunidad, una oportunidad para corregir aquello que iba mal. En el futuro el crecimiento no debería venir de nuevo del consumo innecesario y medioambientalmente dañino de algunos bienes y servicios que se habían convertido en uno de los pilares básicos de nuestra economía. Los gobiernos deben aprovechar los instrumentos de que disponen para empujar la recuperación, tales como la política fiscal, social o industrial, para reorientar esta tendencia. La persecución coordinada de los paraísos fiscales, el gravamen de la riqueza y del consumo excesivo de energía, el aumento de la progresividad impositiva, podrían trasladar una parte de la demanda desde los que despilfarran hacia los que necesitan. Por otra parte existe aún una importante demanda de bienes y servicios públicos insatisfecha que es necesario identificar y proveer. El sistema de pensiones, la educación, la salud, el transporte público o la atención a las personas dependientes, entre otros muchos ejemplos posibles, realizan una aportación imprescindible y difícilmente cuantificable a lo que los economistas llamaríamos el bienestar social y, lo que es más importante, tienen aún un enorme potencial para seguir haciéndolo. Pero tampoco sería responsable reclamar un aumento de la oferta de bienes y servicios públicos sin al mismo tiempo reconocer la necesidad de importantes mejoras en la organización y el funcionamiento de la administración. Pues si el mercado tiene fallos también los tienen las instituciones.
Durante muchos años las bases del sistema se han ido discutiendo y contrastando. Poco a poco se han puesto en evidencia sus contradicciones éticas, geográficas, medioambientales o sociales. Pero mientras las cosas "funcionaban" no se dieron los incentivos necesarios para el cambio. Finalmente ha llegado el momento de reinventar el futuro. Esperemos haber aprendido algo.
sábado, 17 de enero de 2009
El Fin de la Crisis
Sin embargo, y especialmente en el caso de España, mi preocupación no se refiere tanto a la fecha, como a que es de lo que estamos hablando cuando hablamos de recuperación. Técnicamente, el simple crecimiento del PIB interrumpiría la recesión, aunque sólo fuese de una décima, pero supongo que ese escenario, que podría estar perfectamente aparejado a un incremento continuado del desempleo, no sería probablemente del agrado de nadie. Entonces ¿de qué hablan los economistas o los políticos cuando hablan de recuperación? ¿Se están refiriendo acaso a la vuelta a un escenario económico similar al de los años previos a 2008, con crecimientos del PIB superiores al 3% y una importante creación de puestos de trabajo? Si así fuese me temo que tendremos que esperar unos cuantos años más, o quizás lustros.
No pretendo ser derrotista, ni mucho menos. La confianza en nuestras posibilidades es fundamental para superar esta crisis, y el pesimismo sólo contribuirá a agudizarla. Pero el optimismo infundado tampoco ayudará en nada. Lo que hace falta es un diagnóstico acertado y un escenario realista, aunque no sea demasiado concreto, de lo que nos espera. De lo contrario, y con el paso de los meses, la decepción podría ser aún peor que el realismo inicial.
El esbozo de dicho escenario exige cierta perspectiva, tanto temporal como geográfica. Durante las dos últimas décadas el crecimiento de la economía española se ha visto impulsado por lo que podríamos llamar "factores externos" que no se volverán a repetir. La entrada en la UE trajo aparejada una apertura de nuestra economía, inversiones externas, inmensas ayudas en fondos estructurales y de cohesión y, finalmente, el euro. La moneda única supuso mayor estabilidad para nuestra divisa y posibilitó una gran reducción de los tipos de interés y un mayor acceso al crédito internacional, con lo que disparó el consumo y la inversión en vivienda y empresarial. Todo ello fue suficiente para compensar un sector manufacturero en claro declive lastrado por la falta de competitividad. Sin embargo nada de esto nos ayudará en el futuro. Más bien al contrario parece que ha llegado la hora de pagar la factura de esta fiesta. España ya no tiene los costes laborales más bajos de la UE, ni será destino prioritario de los fondos europeos. Los extranjeros han encontrado lugares más baratos en los que comprar su segunda residencia, algunos de ellos dentro de la propia UE. Además la capacidad de endeudamiento de las familias parece haberse agotado, por lo que los bajos tipos de interés ni siquiera serán suficientes para mantener un consumo que crecía muy por encima de nuestra riqueza. Por si todo esto fuese poco el euro ha mostrado una gran fortaleza con lo que tampoco podemos esperar que la devaluación mejore la competitividad de nuestras empresas.
¿Qué podemos hacer entonces? Pues seguramente empezar a depender en mayor medida de nosotros mismos. Ha llegado la hora de darse cuenta de que si crecíamos a tasas más elevadas que alemanes, ingleses o franceses no era porque fuésemos más listos que ellos o trabajásemos más duro, sino porque había determinados factores externos como los mencionados que posibilitaban ese crecimiento. Ha llegado también la hora de darse cuenta de que todo eso se acabó y que en el futuro será la competitividad de nuestras empresas, el talento, la formación y el esfuerzo de nuestros trabajadores y la buena administración de nuestras instituciones lo que nos permita seguir creciendo. La solución no vendrá como por arte de magia, como consecuencia de algún plan, acuerdo o acontecimiento providencial. La solución llevará años, y mientras tanto es necesario ir ganando tiempo. Desde este punto de vista, para ganar tiempo, los planes de gasto puestos en marcha de manera coordinada por numerosos gobiernos son apropiados. Pero ese tiempo tienen un coste demasiado elevado para desperdiciarlo. De forma inmediata deben también adoptarse las medidas que incidan directamente, a corto, medio y largo plazo en la competitividad de nuestra economía. Sólo así emprenderemos el lento camino de la recuperación, esta sí, sin fechas.
lunes, 16 de abril de 2007
Etanol de celulosa
viernes, 13 de abril de 2007
Ricos, pero pobres
Hasta aquí nada especialmente llamativo, pues siempre ha habido ricos y pobres, y podemos reconocerlo sin que dicho reconocimiento deba interpretarse como indiferencia. Lo que realmente me resulta sorprendente es que ahora esos ejemplos de pobreza y abundancia coexistan con tanta frecuencia en unas mismas personas.
Vivimos en una sociedad de contrastes en la que unos dos millones de parados nacidos en España conviven con dos millones de inmigrantes, venidos a trabajar desde lugares lejanos, que han sido capaces, a veces sin hablar español, de encontrar un empleo legal. En mi Asturias natal, que ha sufrido y superado la reconversión de todas sus industrias tradicionales, y que tiene tasas de paro ligeramente superiores a la media nacional, los empresarios se ven obligados a contratar a obreros especializados rumanos y polacos, mientras un buen número de licenciados en paro (en alguna carrera de letras normalmente) discuten en la barra de los bares lo mal que va la región.
No se entienda esto como una crítica hacia estas personas, ni mucho menos. Cada uno es muy libre de estudiar lo que quiera, de trabajar en lo que quiera o pueda, y de tomarse las copas que le de la gana. Pero esta libertad, que yo defiendo y muchos ejercen, no es sino el exponente de que vivimos en una sociedad que, a pesar de las muchas situaciones de necesidad que aun existen, me atrevo a calificar de opulenta.
Y sin embargo toda esa opulencia, toda esa libertad, todo ese despilfarro, se disfruta hoy en día, en muchos casos, inevitablemente unida a la miseria de quien no tiene una vivienda o una cultura, a la esclavitud de una hipoteca o de un trabajo que nos frustra, y a la carencia de la más mínima seguridad laboral.
¿Es posible que el consumismo más banal, las libertades aparentes, nos hayan nublado la vista y el entendimiento, como si de un opio moderno se tratase, hasta el extremo de hacernos comportarnos como ricos cuando en realidad seguimos siendo pobres?
Si estoy fuese así, no caigamos en la fácil tentación de culpar a nadie, para, acto seguido, declinar toda responsabilidad, renunciar a todo esfuerzo. Hemos malgastado nuestra oportunidad en drogas con las que superar nuestros fracasos, y ahora toca desengancharse. El que quiera cambiar póngase en pie y diga, que los demás lo oigan: “Hola, me llamo Paco y soy adicto al despilfarro”
sábado, 7 de abril de 2007
El auténtico problema
viernes, 6 de abril de 2007
La panacea del etanol
Parece que la demanda de etanol llevará las existencias de maíz en el 2007 a los niveles más bajos desde 1995 (año de sequía), aun cuando en 2006 se obtuvo la tercera cosecha más grande de maíz que se haya registrado. El enorme volumen de maíz que requiere la industria del etanol está conmocionando el sistema alimentario. Los precios del trigo y del arroz también han aumentado a los niveles más altos del decenio, porque esos granos se utilizan cada vez más como sustitutos del maíz, y, además, los granjeros están sembrando más hectáreas de maíz y menos de otros cultivos.
Puede que este nuevo uso del maíz favorezca a los productores, pero supone un auténtico problema para millones de consumidores, en especial en los países pobres en desarrollo. En México el precio de la tortilla de maíz, alimento básico para millones de personas, se ha disparado en el último año. Según cálculos del Banco Mundial en el 2001 2.700 millones de personas vivían con menos de 2 dólares diarios, para ellos los incrementos en los precios de los cereales básicos pudieran ser devastadores. Para llenar el tanque de 100 litros de un SUV con etanol puro se necesitan más de 225 kilos de maíz, lo cual contiene suficientes calorías para alimentar a una persona durante un año.
Estoy convencido de que los biocombustibles tienen un importante papel que jugar en un futuro energético más limpio. Sin embargo es evidente que ningún recurso es ilimitado y que su empleo produce efectos perniciosos sobre cientos de millones de personas. ¿Tiene sentido llenar los depósitos de nuestros coches con comida una vez que hayamos acabado con el petroleo? en principio parece que no. La asignatura pendiente no es tecnológica, sino cultural. Debemos entender que nuestros hábitos de consumo no son sostenibles. Debemos trabajar mucho más intensamente en buscar la manera de reducir nuestro consumo, y no sólo en buscar nuevas fuentes de energía que quemar.
martes, 3 de abril de 2007
El blog de Paz
- La candidata a la alcaldía de Gijón por el PSOE Paz Fernández Felgueroso ha presentado su página web. Aquí podemos ver un resumen de su gestión, el diario de campaña o su blog personal. Además de hacer sugerencias para el programa electoral.
sábado, 24 de marzo de 2007
Vergüenza
No me gusta mi último post, me da vergüenza. Me da vergüenza el poco estilo de la foto, no el comentario. Me da vergüenza caer en lo que critico, en lo que no me gusta de otros. En la propaganda barata, por más que las cosas se estén tensando demasiado. Debemos de poner matices donde otros quieren teñirlo todo de blanco o negro. Autocrítica, a pesar de que las críticas exacerbadas impulsen más bien a revestirse de una gruesa coraza, información donde se intenta hacer reinar la propaganda. La lucha es desigual, lo sé, pero si no lo conseguimos habremos perdido todos (espero no sonar demasiado apocalíptico, pero es simplemente así).
Me da vergüenza también, aunque ya menos, haber escrito tan poco últimamente. La razón es la misma por la que inicialmente empecé este blog: los distintos tiempos de la acción política. Si primero me dediqué a explorar una serie de temas relacionados con la política municipal y los fui colgando aquí para poder compartirlos con otros compañeros, ahora la precampaña exige otras labores, bastante absorbentes, que no me dejan mucho tiempo para esto. Sin embargo creo sigue habiendo cosas interesantes que colgar e intentaré hacerlo.
lunes, 19 de marzo de 2007
Ya hay dos Españas: la real y la que critica el PP
viernes, 2 de marzo de 2007
“Cultura” a golpe de talonario
jueves, 15 de febrero de 2007
Vivienda pública en alquiler: ¡por fin una prioridad!
Hoy, según publica el diario “El País”, la ministra Trujillo ha anunciado que en el próximo plan de vivienda 2009-2012 prácticamente desaparecerá la vivienda de protección oficial destinada a la venta para apostar decididamente por la vivienda pública en alquiler. Personalmente me parece un gran acierto. En post anteriores comentaba como en España existe un déficit respecto a otros países de Europa en este tipo de viviendas, y como para determinados colectivos como jóvenes y personas mayores, es una solución óptima y que facilita tanto el acceso a precios razonables a los servicios de vivienda como la movilidad y la prestación de otros servicios complementarios. Pero además la venta de vivienda pública genera problemas de corrupción, sobreprecios, dinero negro y transmisiones fraudulentas. Por lo que, al final, todos los años el ministerio de la vivienda emplea enormes cantidades de recursos en la promoción de vivienda a precios inferiores a los del mercado que en buena medida acaban en manos inadecuadas. Sin embargo la construcción de un parque de vivienda pública en alquiler permite al Estado mantener el control de dichos recursos y destinar en cada momento las viviendas a aquellos ciudadanos más necesitados, estabilizando el mercado de alquileres de una forma mucho más duradera. Lo dicho, un acierto, sólo espero que en un país tan aficionado a la compra se entienda y que al final no pase como la anunciada reducción de las deducciones fiscales a la compra de vivienda que, siendo absolutamente imprescindible para moderar los precios, se desestimo por impopular, aunque los auténticos destinatarios de las deducciones sean, en realidad, los promotores.
sábado, 10 de febrero de 2007
El papel del Estado: de instrumento a catalizador de la cooperación
Tradicionalmente los economistas hemos justificado al Estado como el único instrumento capaz de conseguir soluciones cooperativas a problemas económicos y sociales que de otra manera no tendrían solución. La teoría de los fallos del mercado legitima la intervención del Estado en la economía restringiendo la libertad de los individuos a partir de la constatación de que, en determinadas situaciones, solamente los procesos de cooperación obligatoria a los que da lugar el Estado son eficaces para encontrar soluciones a necesidades sociales que en un contexto de libertad y competencia propio del mercado no encontrarían respuesta.
Esto ha llevado posiblemente a que, siempre que se a puesto en evidencia una respuesta insuficiente del mercado ante determinados problemas, el Estado haya intervenido interiorizando, organizando y financiando procesos y soluciones. Sin embargo las soluciones cooperativas no siempre han de ser incluidas necesariamente dentro de la estructura u organización estatal. Hace mucho que los economistas estamos familiarizados con distintas formas de intervención pública que van desde la producción directa de bienes y servicios a formulas más “externas” como la provisión o la regulación. Sin embargo todas ellas implican una importante dosis de obligatoriedad o el empleo de recursos públicos.
Mi intención en este post es llamar la atención sobre el papel del Estado como catalizador de la cooperación entre particulares, pero manteniendo dicha cooperación en el ámbito estrictamente privado y sin someterla necesariamente a su capacidad coactiva. De forma creciente observamos un nuevo papel del Estado en este sentido. Así por ejemplo cuando promueve la creación de clusters de empresas, de asociaciones de consumidores, etc. Un ejemplo de esto, que me impulso a intentar sistematizar mínimamente esta cuestión, lo oí en una comida reciente de labios de Alberto Ortiz de Zárate, jefe (de proyectos) de la oficina para la modernización de la administración del gobierno vasco. Alberto nos comentó como en el colegio de su barrio, durante las tardes, se habían empezado a reunir un nutrido grupo de inmigrantes de origen, si no recuerdo mal, ecuatoriano. Allí habían encontrado un espacio en el que jugar al voley, charlar o simplemente rodearse de compatriotas en un país que, al menos de momento, no es aún el suyo. El problema era que habían desplazado a los vecinos en el uso de las instalaciones y esto empezaba a generar problemas. El gobierno vasco optó por la mediación, más que por la imposición de algún tipo de solución, aunque, eso sí, siempre bajo la amenaza de una intervención pública final en caso de que fuesen capaces de resolver el problema dialogadamente. El resultado final fue que vecinos y ecuatorianos acordaron un plan de usos y horarios a satisfacción de todo el mundo. Puede que no sea el mejor ejemplo, pero sirve para ilustrar como el Estado tiene capacidad para provocar nuevas formas de cooperación sin necesidad de interiorizar y burocratizar los procesos, y sin necesidad de aplicar siempre su capacidad coactiva, aunque, en este caso, el riesgo de una intervención pública, como el cierre del colegio por las tardes, sirviese de acicate a los agentes privados.
miércoles, 7 de febrero de 2007
Polémicas fiscales: el impuesto de sucesiones
En los últimos meses el PP asturiano ha defendido públicamente la eliminación del Impuesto de Sucesiones y Donaciones (ISD), en línea con las medidas adoptadas en otras comunidades autónomas en las que gobierna. Por el contrario el PSOE ha rechazado la eliminación del impuesto y ha optado por el establecimiento de determinadas bonificaciones y reducciones que mitiguen sus supuestos más gravosos. Así por ejemplo las herencias recibidas por descendientes menores de 21 años, las inferiores a 125.000 euros, la herencia de la vivienda habitual o de empresas individuales y negocios profesionales cuyo valor no exceda de 3 millones de euros quedan prácticamente exentas del impuesto.
Es mi intención hacer algunas valoraciones acerca de la conveniencia de mantener el ISD. Sin embargo me resisto a caer en la trampa que supone discutir la eliminación de un impuesto aisladamente, sin situarla en el contexto general de la discusión sobre política fiscal.
En primer lugar porque todo impuesto resulta, por principio, impopular, por lo que proponer su eliminación sin explicar cómo se compensará la perdida de recaudación sufrida, además de ventajista, asegura un cierto grado de simpatía de ante mano.
Pero sobre todo porque el PP ha ocultado en los últimos años, bajo un discurso que en apariencia defiende una bajada general de impuestos como forma de estimular el desarrollo económico, un aumento de la presión fiscal y un ataque en toda regla a aquellos impuestos de naturaleza más redistributiva. Desde 1996 se han esforzado en hacernos creer que es bueno bajar los impuestos, y que estos son, por definición, perjudiciales para la economía. Argumento éste al que, lamentablemente, parece haber arrastrado a una buena parte de una clase política con poca vocación para la pedagogía. Sin embargo este mensaje dista mucho de la realidad de sus actuaciones, pues, de hecho, durante los años de gobierno popular, y de acuerdo con la OCDE, la presión fiscal aumentó en España del 31,5% del PIB en 1996 al 35,1% en 2004.
La conclusión no puede ser otra que el PP no es en realidad partidario de bajar los impuestos, sino tan sólo algunos. Cuáles y porqué es realmente la pregunta. Si acudimos de nuevo a las estadísticas veremos que en el período 1996-2004, el PP se ha esforzado especialmente en reducir el peso relativo del impuesto sobre la renta de las personas físicas que tras dos reformas sucesivas ha pasado de recaudar el 7,2% al 6,2% del PIB, mientras que el peso de los demás impuestos principales aumenta considerablemente, pasando por ejemplo el IVA de recaudar el 5,1% al 6,1% del PIB.
Traduciendo dicha opción al lenguaje político podemos decir que el PP ha optado por trasvasar parte de la carga fiscal de impuestos con un carácter redistributivo, en los que la cuantía pagada se incrementa progresivamente en función de la renta, hacia otros en los que los tipos de gravamen no están condicionados por el nivel de recursos de los contribuyentes. Es en este contexto en el que debemos valorar la propuesta de eliminación del otro impuesto claramente redistributivo que existe, el impuesto de sucesiones y donaciones. Pues de esta forma los populares perseveran en el doble objetivo de escenificar por un lado una postura falsamente favorable a la rebaja de impuestos, mientras siguen procurando alcanzar un sistema fiscal cada vez menos progresivo.
Para ello han utilizado además algunos argumentos que quizás puedan confundir a buena parte de la ciudadanía, pero de muy escaso rigor. Así se ha argumentado que el ISD genera “doble imposición”. Pero en realidad doble imposición supone gravar dos veces a una misma persona por una misma razón. Es evidente que en el caso del impuesto de sucesiones fallecido y heredero son personas distintas, como lo es también el origen de las rentas por las que tributan, por lo que difícilmente podemos hablar de doble imposición. Si renunciamos a un mínimo rigor y optamos por planteamientos más “ligeros” entonces deberíamos hablar también de doble imposición en todos los demás impuestos existentes, incluso de una manera más rotunda. Así por ejemplo, y siempre de acuerdo con dicho argumento, el IRPF, el IVA o el impuesto sobre el patrimonio darían lugar a doble imposición, pues una misma persona paga impuestos por la renta que gana, vuelve a pagar cuando la emplea en su consumo y también cuando el excedente acumulado conforma un patrimonio o produce un rendimiento.
Otros inconvenientes argumentados, tales como las dificultades generadas por el impuesto a la hora del relevo generacional en las pequeñas empresas familiares, o el gravamen de la vivienda habitual, han quedado solucionados con las bonificaciones y reducciones introducidas en nuestra comunidad y ya comentadas. Mientras que el argumento de la competencia fiscal entre Comunidades, en realidad, donde debería llevarnos, es a considerar la posibilidad de retirar las competencias normativas sobre el ISD a las Comunidades Autónomas. Por lo que para terminar, en vez de continuar contraargumentando razonamientos ajenos, me parece más interesante plantear algunas preguntas. ¿Qué idea de justicia social puede justificar que una persona que no haya trabajado en su vida pueda recibir una herencia de 10 ó 100 millones de euros sin tener que pagar impuestos por ello, mientras que un trabajador de renta baja o media paga tipos en torno al 20% por el fruto de su trabajo? ¿Qué mensaje sobre la cultura del esfuerzo personal y el estímulo al trabajo y la iniciativa privada, tan recurrentes en el discurso de la derecha, estaríamos enviando a la sociedad si permitiésemos semejante agravio comparativo? ¿Es que acaso otros impuestos como el IVA o transmisiones patrimoniales no generan problemas? ¿Por qué para la derecha los impuestos más problemáticos son sistemáticamente los que gravan en mayor medida a los más ricos? Contéstense ustedes mismos.
viernes, 26 de enero de 2007
Resumen de la charla sobre participación
Había prometido resumir la charla sobre participación y democracia electrónica, pero no merece la pena. Alberto Ortiz de Zárate ya lo ha hecho en su blog de maravilla. Alberto reseña la charla de Laia Bertran, (Alberto, es cierto, Laia es bien linda, imposible no decirlo abiertamente), la suya propia y hace una divertidisima crónica del evento que no tiene desperdicio. Buenas las ponencias, inteligentes y divertidos los conferenciates, incluso aplicados en los resumenes, hasta la foto le he tomado prestada ¡Así da gusto! Cada vez estoy más convencido de que la auténtica vanguardia se encuentra entre este tipo de gente, informal, generosa e inteligente que prodigan sus conocimientos y su amistad con total ausencia de pretenciosidad. Gracias.